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  1. Ese pequeño salto

    febrero 25, 2012 by Alejandra Juno

    No había nada que ella pudiera hacer. Por supuesto podría irrumpir allí, gritando e intentando explicar en minutos con palabras lo que lleva una vida explicar con actos. Pero esto era la realidad. La realidad. Todos los diálogos mentalmente ensayados acabarían en desastre. No recibiría ni una respuesta correcta. A veces, atreverse a vivir es el camino más corto para convertir una comedia romántica en una película de terror.

     


  2. Optimismo

    febrero 24, 2012 by Alejandra Juno

    Ser optimista, un optimista de verdad, no consiste en pensar que «esto mañana me va a salir a bien». Eso no es más que un ejemplo de casuística. Ser un optimista, un optimista de verdad, consiste en saber que existe una progresión positiva para todos en todas partes. No de manera irracional, aleatoria, proyectándose hacia el futuro, encomendándose al azar. Muy al contrario, saberlo porque se han abierto bien los ojos hacia el pasado y se entiende, con todas las evidencias necesarias, que no hemos hecho más que mejorar.


  3. Justicia poética

    febrero 23, 2012 by Alejandra Juno

    Justicia poética es aquel mecanismo por el cual en la ficción los buenos ganan y los malos son castigados. A menudo la gente se lamenta de que no pase lo mismo en la realidad. Pero es que la realidad y la ficción tienen muy distintos creadores. La realidad la crea Dios (llamémosle x), que al menos en nuestra cultura ha dotado a los seres humanos de «libre albedrío», lo que incluye una infinita variedad de perspectivas sobre la vida. Cómo ponerse de acuerdo sobre lo que es justo o no. La ficción la crea el autor, que al contrario que Dios es un tirano del destino. Ningún personaje va por libre. Muy al contrario. Todos están forzados a seguir los designios de su creador, para el que, por supuesto, es mucho más fácil hacer coincidir la expresión ideal y práctica de la justicia, de lo que jamás será para ninguno de nosotros en la realidad.


  4. Imagino

    febrero 21, 2012 by Alejandra Juno

    Me imagino en el desierto — pura, desnuda. Imagino el viento acariciándome el pelo mientras estoy de pie, esperando. Imagino el sol tocando mi piel e imagino el suelo rojo y el cielo azul. Imagino silencio y me imagino mirando al horizonte. Dirías que tengo la mirada perdida. Pero estoy esperando. Estoy esperando la promesa de la lluvia. Tú eres como la promesa de la lluvia. No eres más que un deseo. Y si alguna vez vinieras, tocarías mi cuerpo como lo hace el sol, resbalarías por mis brazos, mis piernas, mi pecho… dejarías pequeñas estelas en mi piel y desaparecerías de mí dejando no más que el deseo de ti. Siempre el deseo de ti.


  5. Alcanzar la luna

    febrero 11, 2012 by Alejandra Juno

    Alcanzar la luna parecía difícil. Pero desde tiempos inmemoriales se habían hecho todo tipo de intentos para lograr tal fin. Desde los ahora cómicos inicios del chino Hu Wan, quien en el siglo XVI aplicó una serie de cohetes a un silla con terribles resultados, hasta los sistemas ideados por el auténtico Cyrano, (botellas de rocío, imanes gigantes), hubo pocas cosas que no cruzaran las mentes de los aguerridos exploradores. Finalmente todo se redujo a una cuestión de desarrollo tecnológico. Hubo que salvar el obstáculo de poder construir un vehículo con la suficiente propulsión como para alcanzar la meta, solucionar los diversos problemas relacionados con la falta de gravedad y oxígeno, y cosas tan mundanas como sobrevivir a la baja temperatura. Gracias a la carrera espacial entablada en la guerra fría entre USA y la URSS, el primer hombre en la luna se hizo una realidad el 21 de julio de 1969.

    La carrera hacia la estrella polar es otro tema. La distancia es tan grande que un viaje a este astro comprometería prácticamente la vida entera de quien allí fuera, a no ser que se consiguiera doblar el continuo espacio-tiempo, posibilidad física aún muy lejana. Pero aún superando esa barrera, lo cierto es que la temperatura de esa estrella es tan extrema que no habría material capaz de soportar un aterrizaje, qué decir de un cuerpo humano.

    Pues bien, eso se proponía él: alcanzar la estrella polar.

     

     


  6. El orden de las cosas

    enero 28, 2012 by Alejandra Juno

    Y de repente llega la chispa. E inicia un fuego que pareciera querer consumirlo todo. Una fuente infinita de energía. Suficiente para iluminar toda una vida. Y llega la noche y su fuerza es tal que nada puede extinguirlo. Fuego en el pecho, fuego en el alma. Y a la mañana siguiente, el fuego se ha apagado. Y no importa que ya sea de día. La oscuridad vuelve a hacerse cargo.


  7. El mejor día de Reyes de mi existencia

    enero 6, 2012 by Alejandra Juno

    El mejor día de Reyes de mi existencia. Salgo a la calle a dar un paseo con mi madre y nos encontramos con una señora gallega de 75 años que nos explica que hace tai-chi. Se nos une un otro señor gallego, amigo suyo, de 80 años, que cuenta que él hizo judo durante más de dos lustros. Empiezan a comparar llaves de artes marciales con demostración práctica en medio de la calle del Paseo. Finalmente el señor de 80 años intenta derribarme clavándome un dedo en la base del cuello. Adoro mi vida.


  8. Todo

    octubre 10, 2011 by Alejandra Juno

    La cogió por los brazos y apretó con fuerza. Empezaba a hacerle daño. Quería evitar por todos los medios que se fuera. Ya no se trataba de si estaba o no en la misma habitación. Hacía tiempo que había superado aquella nimiedad. Hubiera querido fundirse en su cuerpo e impedir que siguiera escindida. En su interior sabía que se pertenecían y le abrasaba la separación. Que no corriera el aire, que las sangres se mezclaran pasando de un cuerpo a otro, que fueran uno, que fueran todo.

    No podía soltarla. Ella le miraba fijamente mientras se sentía el pulso en cada uno de los dedos. Ante la falta de reacción agitó los brazos. Como si cada movimiento le garantizara traspasar más y más su carne. Ella seguía lejos. No había nada que él pudiera hacer para amarla.


  9. El spleen de NYC

    octubre 5, 2011 by Alejandra Juno

    Para entablar conversación me había preguntado por mis experiencias en mi nuevo destino. Supuse que mostrar una actitud positiva sería más beneficioso a largo plazo. Al fin y al cabo no nos conocíamos de nada y no me parecía pertinente empezar con un rosario de quejas, de lo que, por supuesto, soy perfectamente capaz.

    -Maravilloso, maravilloso, absolutamente fascinante-, pronuncio llena de razón.

    -¿En serio?- me suelta entre sorprendido y decepcionado. En tiempo récord recalibro mis opciones. No quiero parecer una ingenua; ser una ingenua es un pecado nefando en estos tiempos de sobreinformación.

    -Oh, sí, fascinante- reconduzco -fascinante en el sentido en que es fascinante la entomología; casi como un experimento sociológico-. Estoy convencida de que lo del experimento sociológico y lo de arrojar a la conversación una palabra acabada en -logía me dará un poco más de tiempo.

    -No sé, a mí me aburren, me parecen muy simples, no ofrecen nada interesante, parece que han nacido ayer…-

    Vaya por Dios, he dado con un ser de oscuridad. Hay personas que son como agujeros negros. Nada les gusta. Y si algo les gusta posiblemente sea lo contrario de lo que tú acabas de decir. Tienen ese don. Da igual el ímpetu que se ponga en mostrar lo más lucido de tu verborrea. Se lo tragan todo y lo escupen con una textura dura y pesada que acaba impactando en tu cara. (more…)


  10. Metáforas

    octubre 2, 2011 by Alejandra Juno

    No sé si empezar a ver metáforas de la vida en todos los sitios es signo equívoco de que pronto te van a dar el Nobel o de que tienes un pie en la tumba. Y sinceramente, no quiero saber la respuesta, no vaya a ser que la cosa resulte ser una metáfora de la vida en su sentido más físico. Ayer tuve la ocasión de contemplar una de las más perfectas metáforas de la vida que ha existido jamás. Una metáfora infundida de toda la gravedad, seriedad y misterio que caracteriza la existencia. Una métafora tan perfecta, que prácticamente sustituye a la vida misma: una carrera de patos de goma.

    Sí, en serio; esos patos de goma de color amarillo que se utilizan en la bañera, elevados a icono pop en las manos de Epi en Barrio Sésamo. Cientos de patos de goma, ataviados con los más diferentes atuendos, abandonados a la corriente de una fuente de diseño mientras son jaleados por cientos de personas. Sería fácil decir que nosotros somos como esos patos de goma, al albur del cruel destino que son las mareas, pero optar por esta versión le quitaría toda la gracia a la cosa. No, nosotros somos nosotros, animando a nuestro pato de goma, maravilla de la creación, animándole como si nos fuera la vida en ello, cuidadosamente vestido para diferenciarlo del resto, para diferenciarlo de los otros cientos de patos de goma amarillos, alimentando la fantasía de que realmente no todo es aleatorio, de que el libre albedrío está en juego y de que cuanto más gritemos, más lejos llegaremos.

    Yo también quería participar de esa ilusión, pero olvidé mi pato de goma en casa.