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‘Desventuras’ Category

  1. El drama del escuchador

    marzo 3, 2012 by Alejandra Juno

    El drama del escuchador no está en el hecho de tener que escuchar durante horas. No está en el hecho de que por saber guardar silencio, eso le condene al silencio.  Su drama no está en el hecho de ser quien mejor conoce a perfectos desconocidos. Ni siquiera en tener que tener que compartir problemas particulares, ni en soportar dramas insoportables. Su drama no está en la soledad de no poder protagonizar diálogos, sino tan sólo de contemplar monólogos. Su auténtico drama es que a nadie le importa saber siquiera por qué escucha.

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  2. Por qué los sueños sueños son

    marzo 3, 2012 by Alejandra Juno

    No es una coincidencia que en español «sueño» como acto de dormir y «sueño» como ensoñación se designen con la misma palabra, pese a tener muy diferentes orígenes. Se trata de una cuestión de ensoñamiento del idioma. Para los frecuentadores de esta lengua tiene el mágico efecto de poder equiparar la cama con el cine. Tener sueño y ponerse a soñar es todo uno. Emplear tantas horas en una ocupación tan banal como el descanso sería una gran pérdida de energía. Otra cosa es ver películas.  ¿Qué hace el cine? Nos tiene soñando. ¿Acaso no es la fábrica de sueños? Nos hace creer que esas historias maravillosas nos pueden pasar también a nosotros, que es de lo que se trata el soñar. No en vano nunca ha faltado quien ha creído en el poder profético de los sueños. Que lo que se sueña esconde algún tipo de mensaje: lo que va a pasar o lo que no va a pasar, según convenga. Pero los sueños son ensoñaciones, siendo esa su mayor virtud: que se mantienen apartados de la vida real como si les fuera la vida en en ello.  Muy apartados pese a lo mucho que el soñador desee que vida y sueño fueran uno. Y esa es la peor parte de los sueños. Que se sueña con que lo que se sueña se pueda hacer realidad. Pero eso no es más que un sueño. No decimos «tengo realidad». Decimos «tengo sueño». Porque la realidad no nos pertenece, mientras que no hay nada tan nuestro como nuestros sueños. Por eso son ensoñaciones, porque son tan nosotros, que jamás podrán pertenecer a la realidad. El auténtico sueño está en creerse los sueños. Porque los sueños no son más que sueños y los sueños, como bien saben los frecuentadores de la lengua española, sueños son.

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  3. Nuestra mejor generación

    febrero 27, 2012 by Alejandra Juno

    Algunos de ustedes ya conocen esta historia. Mi amigo Diego y yo íbamos a tener una cena íntima en la terraza de mi casa de Santiago, con la visión de las torres de la catedral por un lado y las de la Ciudad de la Cultura por el otro. Pero algunos de ustedes ya nos conocen a mi amigo Diego y a mí. Diego se había traído sus «tapers» preparados y en ellos una ensalada desestructurada. Lo que viene siendo la lechuga en un «taper», el tomate en otro y así sucesivamente. Andaba yo trasteando por la casa cuando de pronto desde la cocina escuché un lamento inconsolable: «Mi madre me ha hecho aquí una jugarreta…». ¿Qué pasa, qué pasa?-pregunté temiéndome lo peor. Y mi amigo Diego respondió: «Mi madre, que me cuece los huevos y no me los pela». No sé cuánto tiempo estuve riéndome. Mucho. Desde entonces aquella anécdota nos ha servido como himno de toda una generación: Incompetentes pero rencorosos.

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  4. Optimismo

    febrero 24, 2012 by Alejandra Juno

    Ser optimista, un optimista de verdad, no consiste en pensar que «esto mañana me va a salir a bien». Eso no es más que un ejemplo de casuística. Ser un optimista, un optimista de verdad, consiste en saber que existe una progresión positiva para todos en todas partes. No de manera irracional, aleatoria, proyectándose hacia el futuro, encomendándose al azar. Muy al contrario, saberlo porque se han abierto bien los ojos hacia el pasado y se entiende, con todas las evidencias necesarias, que no hemos hecho más que mejorar.

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  5. Justicia poética

    febrero 23, 2012 by Alejandra Juno

    Justicia poética es aquel mecanismo por el cual en la ficción los buenos ganan y los malos son castigados. A menudo la gente se lamenta de que no pase lo mismo en la realidad. Pero es que la realidad y la ficción tienen muy distintos creadores. La realidad la crea Dios (llamémosle x), que al menos en nuestra cultura ha dotado a los seres humanos de «libre albedrío», lo que incluye una infinita variedad de perspectivas sobre la vida. Cómo ponerse de acuerdo sobre lo que es justo o no. La ficción la crea el autor, que al contrario que Dios es un tirano del destino. Ningún personaje va por libre. Muy al contrario. Todos están forzados a seguir los designios de su creador, para el que, por supuesto, es mucho más fácil hacer coincidir la expresión ideal y práctica de la justicia, de lo que jamás será para ninguno de nosotros en la realidad.

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  6. El spleen de NYC

    octubre 5, 2011 by Alejandra Juno

    Para entablar conversación me había preguntado por mis experiencias en mi nuevo destino. Supuse que mostrar una actitud positiva sería más beneficioso a largo plazo. Al fin y al cabo no nos conocíamos de nada y no me parecía pertinente empezar con un rosario de quejas, de lo que, por supuesto, soy perfectamente capaz.

    -Maravilloso, maravilloso, absolutamente fascinante-, pronuncio llena de razón.

    -¿En serio?- me suelta entre sorprendido y decepcionado. En tiempo récord recalibro mis opciones. No quiero parecer una ingenua; ser una ingenua es un pecado nefando en estos tiempos de sobreinformación.

    -Oh, sí, fascinante- reconduzco -fascinante en el sentido en que es fascinante la entomología; casi como un experimento sociológico-. Estoy convencida de que lo del experimento sociológico y lo de arrojar a la conversación una palabra acabada en -logía me dará un poco más de tiempo.

    -No sé, a mí me aburren, me parecen muy simples, no ofrecen nada interesante, parece que han nacido ayer…-

    Vaya por Dios, he dado con un ser de oscuridad. Hay personas que son como agujeros negros. Nada les gusta. Y si algo les gusta posiblemente sea lo contrario de lo que tú acabas de decir. Tienen ese don. Da igual el ímpetu que se ponga en mostrar lo más lucido de tu verborrea. Se lo tragan todo y lo escupen con una textura dura y pesada que acaba impactando en tu cara. (more…)

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  7. Metáforas

    octubre 2, 2011 by Alejandra Juno

    No sé si empezar a ver metáforas de la vida en todos los sitios es signo equívoco de que pronto te van a dar el Nobel o de que tienes un pie en la tumba. Y sinceramente, no quiero saber la respuesta, no vaya a ser que la cosa resulte ser una metáfora de la vida en su sentido más físico. Ayer tuve la ocasión de contemplar una de las más perfectas metáforas de la vida que ha existido jamás. Una metáfora infundida de toda la gravedad, seriedad y misterio que caracteriza la existencia. Una métafora tan perfecta, que prácticamente sustituye a la vida misma: una carrera de patos de goma.

    Sí, en serio; esos patos de goma de color amarillo que se utilizan en la bañera, elevados a icono pop en las manos de Epi en Barrio Sésamo. Cientos de patos de goma, ataviados con los más diferentes atuendos, abandonados a la corriente de una fuente de diseño mientras son jaleados por cientos de personas. Sería fácil decir que nosotros somos como esos patos de goma, al albur del cruel destino que son las mareas, pero optar por esta versión le quitaría toda la gracia a la cosa. No, nosotros somos nosotros, animando a nuestro pato de goma, maravilla de la creación, animándole como si nos fuera la vida en ello, cuidadosamente vestido para diferenciarlo del resto, para diferenciarlo de los otros cientos de patos de goma amarillos, alimentando la fantasía de que realmente no todo es aleatorio, de que el libre albedrío está en juego y de que cuanto más gritemos, más lejos llegaremos.

    Yo también quería participar de esa ilusión, pero olvidé mi pato de goma en casa.

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  8. La vida es básicamente un examen de paciencia

    septiembre 29, 2011 by Alejandra Juno

    Mi comadre y yo llevamos veinte años diciéndonos la una a la otra que la vida es básicamente un examen de paciencia. O expresado en términos más prosaicos, que la vida consiste básicamente en saber esperar (o lo que es lo mismo, no desesperar en la espera). Una de nosotras lo dijo hace veinte años contemplando la inmensidad intemporal del Cañón del Colorado, y a estas alturas aún no sabemos cuál de las dos fue. Como nos hemos cansado de esperar descubrir algún día quién expreso tal inmensa verdad, lo arreglamos elegantemente cediéndonos la una a la otra el honor y así hemos zanjado el asunto, aniquilando la espera. Lo cierto es que durante estos veinte años, cada vez que algo importante ha llegado a nuestras vidas, más tarde o más temprano una de las dos ha pronunciado la frase fatal: «la vida es básicamente un examen de paciencia».

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  9. Por qué los escritores no deberían escribir cartas de amor.

    septiembre 20, 2011 by Alejandra Juno

    Soy de la opinión de que los escritores lo son para huir de la realidad. Son los emprendedores de la existencia, los entrepreneurs de la auto-satisfacción. Si no me gusta la vida, la invento, la creo desde la nada, la domo y la retuerzo hasta que tenga las proporciones áureas de mi felicidad. Los escritores han decidido vivir en otra galaxia en la que tanto la materia como la antimateria son las palabras. La masa crítica se compone de intangibles tan etéreos como la propia ilusión. Simplificando, consideran que la realidad está sobrevalorada. Y mejor mudarse a otro barrio. Hacemos nuestro propio destino. En serio, si en algún caso se da la dualidad cuerpo-mente, ese es el de los que han decidido depender del lenguaje a perpetuidad. Utilizamos las palabras como barandillas, inseguros puntos de apoyo que nos impiden caer al abismo de lo incierto, ergo de lo real. Pero el abismo tiene su atractivo y de vez en cuando sentimos la tentación de saltar. Nombrar algo es arrebatarlo de la magnífica armonía del cosmos, darle una forma independiente, impedirle ser todas las cosas del mundo para solo ser la que su nombre limita.

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