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noviembre, 2012

  1. Auto-representaciones

    noviembre 27, 2012 by Alejandra Juno

    Nunca deja de sorprenderme el concepto de “mala-auto-representación”, lo que viene a ser cuando uno da una imagen equivocada de sí mismo. Sinceramente creo que las personas que creen que existe una “buena-auto-representación” han sido bendecidas con una visión muy clara de su propio yo. Temo que el común de los mortales no tengamos tan claro quienes somos. De ahí que no vea yo la claridad entre una auto-representación correcta y una errada. Tampoco sé muy bien en qué consiste la auto-representación. Y desde luego, no sé cómo se podría alcanzar una auto-representación acertada de ninguna de las maneras. La cosa esta difícil, porque una auto-representación correcta en términos generales posiblemente denote una personalidad algo limitada. Tanto como a un único aspecto representable. Si uno puede representarse de golpe y certeramente, posiblemente haya muy poco que representar. Si por el contrario, la exhibición de cada parte de nuestra personalidad exigiera numerosas auto-representaciones, indudablemente algunas de ellas colisionarían en la tarea final de dar una auto-representación compacta. Y más que posiblemente dieran una imagen algo esquizofrénica del interesado, difícilmente digerible por el respetable. No todo el mundo puede captar la relación intrínseca que hay entre el glamour y la filosofía griega a la primera de cambio. Hay que seleccionar determinadas auto-representaciones para construir el relato coherente, que sin embargo, indefectiblemente, desembocará en la mala-auto-representación, por escasa.

    En otro orden de cosas está la representación del contenido y de la forma. A uno le puede interesar tres pitos un determinado contenido, pero asumir su representación por estar interesado en la forma o en lo que simboliza esa forma. Ejemplo de parvulario: una chica puede elegir vestir como una pin-up sin necesariamente creer que el papel de la mujer en la vida es del alegrar la vista a los hombres. Puede elegir vestir así porque le gusta. ¿Estamos ante un problema de falta de coherencia o un auténtico fracaso de nuestro mundo a la hora de distinguir entre esencia y apariencia? ¿O todo está relacionado al final? Quiero decir, vestir como una pin-up no representa única y necesariamente un contenido relacionado con la idea de mujer-objeto, sino que así mismo representa un valor representación simbólica: la de auto-representarse en forma icónica. Auto-representarse es una cosa difícil en sí misma y por eso muchas veces tiramos de manual y simplemente seguimos lo pre-establecido. En otras ocasiones, optar por una auto-representación conservadora puede denotar el radicalismo revolucionario más auténtico, por lo que tiene de rebeldía, mientras que lo contrario es posible que sólo hable de una excesiva adecuación a lo imperante, tan orientado hacia el futuro.

    Mi consejo del día es no pensar demasiado en estas cosas y no preocuparse tampoco mucho por como se auto-representan las otras personas. Hay una gran probabilidad de no dar ni una, si es que hay algo en esta vida en lo que realmente se pueda acertar.

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  2. El billar

    noviembre 15, 2012 by Alejandra Juno

    ¿Han tenido alguna vez la experiencia de estar jugando al billar y que te estén dando literalmente una paliza? Yo la tengo muy a menudo porque jugando al billar básicamente, afrontémoslo, doy asco. Ésta ha sido una de esas noches. Estás ahí, atrapada alrededor de una mesa de fieltro verde, de la que no puedes escapar, porque sabes que aún, obligatoriamente, te quedan tres partidas por jugar. Los jugadores no suelen ser muy habladores ni tampoco muy empáticos. Al fin y al cabo se trata de una competición. Ganar o morir. Y lo peor no es perder. Lo peor es la consciencia de que tienes que seguir perdiendo. No es tu noche. No hay manera de meter una sola bola en el bolsillo. Y aún quedan tres partidas por jugar. Y tu contrincante te está dando una paliza. Y ni siquiera te mira.

    Y entonces aparece él, ese chico de tu equipo que puede encajar las bolas con los ojos cerrados. Podría ser español. Pelo y ojos oscuros. Amable, simpático. Le gusta «Eternal sunshine of the spotless mind» y «Scarface». La otra noche te ha dicho que ha ganado gracias a ti. A ti, cuya colaboración no ha pasado de pronunciar «good shot» cada vez que ha hecho exactamente lo que quería hacer. Acostumbras a quedarte con la boca abierta cuando ves con qué facilidad empuja el taco, con qué estilo observa la mesa, con qué gracia, en definitiva, gana. Y se acerca a ti, y te da un consejo. Un consejo que parece no tener ningún sentido. Apunta a la bola negra, cuando aún tienes todas tus rayadas sobre la mesa. Ir a por la bola negra, desencadenará un grácil movimiento en toda la mesa. Es un tiro de dificultad media, pero no demasiado difícil. Haz eso. Y lo haces. Y el resultado es un desastre.

    Y entonces deseas con todas tus fuerzas que él ocupe tu lugar. Que coja tu taco, que acabe con esta agonía. Para él sería tan fácil. Sería tan fácil acabar esta partida en minutos y hacerse con la victoria. Pero ese es el problema de la vida. Que nadie puede jugar por ti. Por muy amables y simpáticos que sean. Y ahí estás, obligada a jugar tres partidas más. A perder tres veces más.

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  3. Realizarse

    noviembre 12, 2012 by Alejandra Juno

    Darse cuenta en inglés se dice «to realize». Por eso, cuando los americanos hablan en español, tienden a decir cosas como «y se realiza que está solo» o «y entonces se realizó que no le gustaba aquella ciudad». Con lo poco que me gusta la adopción de significados foráneos para nuestro vocabulario… (¿desde cuándo bizarro significa raro? Con lo impresionante que era calificar a un hombre de bizarro, cuando ejercía de valiente…); con lo poco que me gusta la adopción de significados foráneos para nuestro vocabulario, digo, casi estoy por proponer que el verbo «realizarse» tenga una acepción como la del inglés: darse cuenta. O siguiendo su diccionario: «comprender completa o correctamente; hacer algo real».

    Porque realizarse, al contrario de lo que dice la RAE («sentirse satisfecho por haber logrado cumplir aquello a lo que se aspiraba»), va mucho más allá del sentimiento final. Realizarse tiene mucho de pesquisa y de aceptación de la individualidad. Realizarse es en cierta manera descubrirse, darse cuenta de que uno es así o asao y no de otra manera, que le gusta esto o aquello, que tiene opiniones concretas, inmediatas, orgánicas, sobre cómo debería ser la vida. Realizarse es el momento único en que uno se encuentra consigo mismo y se hace real. Como si de repente, saliendo de la bruma de la continua auto-sorpresa, se tuviera la muy imposible perspectiva y por fin se pudiera decir: «Fulanito (yo) es (soy) así». Tal que así y no de ninguna otra manera.

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