Ser optimista, un optimista de verdad, no consiste en pensar que «esto mañana me va a salir a bien». Eso no es más que un ejemplo de casuística. Ser un optimista, un optimista de verdad, consiste en saber que existe una progresión positiva para todos en todas partes. No de manera irracional, aleatoria, proyectándose hacia el futuro, encomendándose al azar. Muy al contrario, saberlo porque se han abierto bien los ojos hacia el pasado y se entiende, con todas las evidencias necesarias, que no hemos hecho más que mejorar.
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